¿Y tú qué harías si no tuvieras miedo?
Hace un par de semanas tuvimos la oportunidad de disfrutar unos días de vacaciones de verano, fuimos a la playa en familia y logramos desconectar de la agotadora rutina del día a día.
Fueron unos días muy activos, llenos de experiencias e interacciones y sobre todo muy divertidos. Durante estos días mis hijos sembraron en mí una pregunta, con la que llevo varios días reflexionando "¿Qué haría si no tuviera miedo?".
Fueron varias las acciones que me llevaron a preguntarme esto y es justo lo que me gustaría compartir con ustedes.
He leído varios libros y artículos sobre el TEA y la mayoría menciona que uno de los rasgos que tienen los niños dentro del espectro es que parece que no tuvieran sensación de miedo ante situaciones de peligro, por ejemplo cruzar la calle o asomarse por una ventana. Cómo yo no soy un experto en el tema, me enfocaré a hablar sobre lo que observo en mis hijos.
Elías, como yo, es un enamorado de la fauna, le encanta los animales, desde una ballena hasta una hormiga. Este gusto nos ha dado la oportunidad de poder interactuar con él y promover muchas dinámicas; desde ir al zoo hasta coleccionar pequeños insectos de plástico y recordar nombres que ni yo me sabía, por ejemplo, Escarabajo Rinoceronte.
Durante las vacaciones tuvimos oportunidad de “recolectar insectos” y yo no sé quién estaba más emocionado de los dos, lo que sí me quedo claro es que no sentía ningún miedo o sensación de peligro hacia ellos.
Todo inició con un escarabajo, cuando vio que se movía, su emoción fue indescriptible, automáticamente lo tomó con sus manitas y lo nombró. Yo no podía estar más orgulloso de él.
Otro día me asusté mucho cuando estuvo a punto de tomar una avispa con su mano, si no es porque la emoción lo delató y logré llegar a tiempo, seguramente hubiera recibido un doloroso piquete.
Mi diversión se convirtió en preocupación porque me quedó claro que él no sabe reconocer que algunos de los insectos pueden ser peligrosos, por ejemplo una araña o un escorpión, seguramente si los viera, lo primero que haría sería ir a tomarlos sin tomar en cuenta que pueden ser peligrosos. Ahora tendré que buscar alguna manera de enseñarle que no todos los animales se pueden tocar…
Otra historia de Junior es sobre el Mar, todos sabemos lo peligroso que puede llegar a ser, desde que era niño todos me decían “Hay que tenerle respeto al mar” y siempre que entro a nadar extremo todas las precauciones. Junior es muy analítico y le gusta observar todo, antes de entrar al mar estuvo viéndolo unos minutos y cuando por fin entramos juntos, por supuesto él llevaba su chaleco flotador, me di cuenta que no tenía miedo de las olas y mucho menos de alejarse de mí. Me dio mucho gusto verlo tan divertido pero también me dio un poco de miedo que en algún descuido se metiera sin su chaleco.
En algunas ocasiones Junior quería correr hacia el mar sin chaleco y tuvimos que perseguirle para que no entrara. Aunque ellos tengan clases de natación, el mar siempre es un riesgo si no se tienen las precauciones mínimas.
Como padre de niños con TEA siempre estoy alerta, cuidándolos y buscando minimizar los peligros, pero este par de anécdotas me demostró que ellos no sienten miedo en algunas situaciones en las que cualquier otra persona lo haría.
Cuando reflexioné sobre esto me pregunté “¿Qué haría si no tuviera miedo?”.
La mayoría de las personas vivimos con miedo, miedo al fracaso, a lo que piensen de nosotros, a no ser lo suficientemente buenos, al futuro, al bullying, a las enfermedades, a los cambios, a salir de nuestra zona de confort, a las traiciones, a los nuevos proyectos y en ocasiones hasta al éxito.
Yo aún no encuentro mi propia respuesta, y aunque el miedo es un mecanismo de defensa del ser humano, el hecho de pensar que no tuviera la sensación de miedo me hace imaginar que seguramente podría hacer más cosas de las que hago hoy, pues como dijo Aristóteles “El que ha superado sus miedos será verdaderamente libre” o el gran Nelson Mandela “El hombre valiente no es el que no siente miedo, sino aquel que conquista el miedo”.
Una vez más mis hijos me han dado una lección.
Para finalizar me gustaría preguntarte, y tú ¿Qué harías si no tuvieras miedo?
Ernesto.
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